El Wi-Fi 7 ya no es una tecnología del futuro: está disponible y está transformando las expectativas en cuanto a conectividad en ordenadores. Con el aumento de la velocidad de internet y el uso generalizado de aplicaciones con alto consumo de datos, este nuevo estándar inalámbrico introduce cambios clave en el hardware que utilizamos. Para quienes estén considerando actualizar su equipo o ensamblar uno nuevo en 2025, es esencial comprender cómo el Wi-Fi 7 afecta a las placas base y adaptadores.
En febrero de 2025, el ecosistema de hardware Wi-Fi 7 se ha consolidado con la aparición de soluciones dedicadas para PC. El más destacado es el Intel BE200, un módulo M.2 de nueva generación que ofrece velocidades teóricas de hasta 5,8 Gbps. Este adaptador mejora lo conseguido con Wi-Fi 6E, aprovechando canales de 320 MHz y modulación 4K QAM. Incluye tecnologías MU-MIMO y OFDMA para garantizar un rendimiento estable bajo cargas intensas.
Otro dispositivo clave es el ASUS PCE-BE92, una solución de alto rendimiento basada en PCIe diseñada para ordenadores de escritorio. Incorpora una antena externa de gran alcance y aprovecha al máximo el Wi-Fi 7 gracias al soporte para Operación de Enlace Múltiple (MLO), lo que mejora la latencia y la fiabilidad. Está orientado a gamers y profesionales que requieren conexiones estables para tareas como streaming 4K o trabajo colaborativo en tiempo real.
Ambos adaptadores, Intel BE200 y ASUS PCE-BE92, son compatibles con Wi-Fi 6/6E y Wi-Fi 5, ofreciendo una transición fluida incluso en entornos mixtos. Sin embargo, sus beneficios completos se alcanzan solo con routers certificados para Wi-Fi 7, lo que los convierte en una inversión estratégica de cara al futuro.
La instalación del Intel BE200 requiere una placa base con ranura M.2 compatible con CNVi (Key E), algo que puede faltar en sistemas antiguos. Por eso, quienes tienen PCs legacy deben optar por tarjetas PCIe como la ASUS PCE-BE92. Estas incluyen brackets para distintos tamaños de caja y drivers optimizados para Windows 11.
Es esencial revisar la compatibilidad del BIOS y del chipset antes de comprar. Las placas modernas como Intel Z790 y AMD X670 ya ofrecen soporte nativo para Wi-Fi 7, pero es fundamental confirmar el keying y CNVi. Una incompatibilidad puede reducir el rendimiento o provocar fallos.
Para una señal óptima, hay que tener en cuenta la ubicación de las antenas y las posibles fuentes de interferencia. Ambos adaptadores tienen antenas externas ajustables, ideales para entornos multiestructurales o saturados.
Durante 2025 se está produciendo una evolución notable en las placas base. Muchas de gama alta ya incorporan módulos Wi-Fi 7 de forma integrada. Modelos como ASUS ROG Maximus Z790 Hero o Gigabyte AORUS X670E Master incluyen módulos que alcanzan hasta 5,8 Gbps, eliminando la necesidad de adaptadores externos. Estos se conectan mediante ranuras M.2 CNVi y están preconfigurados en el BIOS.
Estas placas están diseñadas para entusiastas, gamers y profesionales que exigen conectividad de próxima generación. Además, incluyen Bluetooth 5.4, mejorando la experiencia inalámbrica. Las ventajas de tener módulos integrados incluyen un diseño limpio, menor latencia y una configuración más sencilla gracias a los drivers proporcionados por el fabricante.
Sin embargo, los módulos integrados son difíciles de reemplazar. Aunque liberan ranuras de expansión, quienes buscan mejor señal o funciones avanzadas como MLO podrían preferir tarjetas PCIe. Todo depende del nivel de personalización y rendimiento requerido.
Más allá del módulo inalámbrico, las placas base compatibles con Wi-Fi 7 disponen de chipsets avanzados que optimizan la gestión del tráfico. Los chipsets Intel Z790 y AMD X670E ofrecen más líneas PCIe y mayor velocidad de comunicación con la CPU.
Estas placas también incorporan aislamiento electromagnético para evitar interferencias, algo crucial en sistemas con múltiples GPU o CPUs de alto consumo, donde el ruido eléctrico puede afectar la estabilidad del Wi-Fi.
Fabricantes como MSI y ASRock han desarrollado software que permite optimizar la señal Wi-Fi mediante ajustes como el beamforming y la priorización de latencia. Gracias a ello, el Wi-Fi 7 integrado ya es competitivo incluso en entornos de alto rendimiento.
Aunque Wi-Fi 7 ofrece ventajas evidentes en velocidad y latencia, no todos los usuarios necesitan una actualización inmediata. Para navegar o hacer streaming HD, Wi-Fi 6 sigue siendo suficiente. Pero para jugadores en la nube, profesionales remotos o usuarios de servicios como GeForce NOW, la mejora en latencia y estabilidad puede marcar la diferencia.
También conviene actualizar si ya tienes un router Wi-Fi 7 o planeas adquirir uno. Si usas un adaptador antiguo, limitarás la velocidad y funciones del nuevo router. La falta de compatibilidad con MLO o modulación 4K QAM supone un desaprovechamiento de tu inversión.
Desde una perspectiva de futuro, adoptar Wi-Fi 7 ahora es una decisión inteligente. Las operadoras ya están desplegando conexiones de fibra de 10 Gbps en países como España, Alemania o Reino Unido. Tener un PC preparado evitará cuellos de botella en tu red doméstica.
Si tienes un presupuesto ajustado, adaptadores PCIe como el TP-Link Archer TXE75E ofrecen buen rendimiento por unos 50–70 €. Aunque no igualan a los modelos premium de ASUS, son compatibles con MLO y Bluetooth 5.3, lo cual los convierte en una opción equilibrada.
Para configuraciones avanzadas, existen placas y tarjetas PCIe con mejor disipación térmica, sincronización RGB y software de gestión de tráfico. Estas son ideales para gamers, streamers y creadores de contenido que buscan máxima estabilidad y baja latencia.
En definitiva, actualizar a Wi-Fi 7 no es imprescindible para todos, pero sí es una mejora tangible para usuarios profesionales, entusiastas o quienes deseen adelantarse a las demandas tecnológicas de los próximos años.