El cifrado cuántico ha dejado de ser una idea futurista reservada para laboratorios gubernamentales. A medida que la computación cuántica avanza, la necesidad de comunicaciones inviolables se vuelve más urgente, especialmente para empresas que manejan datos sensibles. La Distribución Cuántica de Claves (QKD) se presenta como una solución práctica. En 2025, su implementación en redes reales y su compatibilidad con TLS despiertan interés tanto en grandes corporaciones como en pequeñas empresas.
Hasta hace poco, los sistemas QKD eran demasiado caros y complejos para las pequeñas empresas. Hoy, sin embargo, empresas emergentes y proveedores consolidados de ciberseguridad ofrecen kits QKD listos para usar, diseñados para pymes. Estos kits funcionan sobre redes de fibra óptica ya instaladas e incluyen interfaces simplificadas y soporte técnico para facilitar su adopción.
Un ejemplo es el Cerberis XG de ID Quantique, ahora disponible en versión reducida para redes internas. Ya no es necesario contar con un físico cuántico en el equipo: la instalación y mantenimiento son manejables con personal TI estándar.
Además, países como Alemania, Japón o Corea del Sur ofrecen incentivos fiscales y subvenciones para modernizar las redes con tecnología cuántica, lo que reduce la barrera de entrada para empresas tecnológicas, bancos regionales y firmas legales.
Algunas pequeñas empresas ya están utilizando QKD con éxito. Una empresa de agua en Berlín implementó QKD para cifrar comunicaciones entre estaciones de tratamiento y centros de control, reduciendo drásticamente el riesgo de interceptación de datos SCADA.
En Dinamarca, un banco cooperativo integró la solución cuántica de Toshiba entre su sede y centros de datos, añadiendo una capa de cifrado extra sobre su protocolo TLS tradicional. Obtuvieron mayor seguridad y confianza regulatoria.
También hay casos en el sector energético en Europa del Este, donde QKD se emplea para proteger señales de telemetría y control de acceso ante posibles ciberataques, mejorando la fiabilidad operativa.
La compatibilidad entre QKD y el protocolo TLS es un factor clave. En lugar de sustituir TLS, QKD lo complementa al reemplazar el intercambio clásico de claves (como RSA o ECDHE) por claves simétricas generadas cuánticamente.
Esto da lugar a un protocolo híbrido: las claves cuánticas protegen el canal de sesión, mientras TLS mantiene la compatibilidad con aplicaciones existentes. Organismos como ETSI y IETF ya están estandarizando estos modelos para facilitar su integración.
Algunos productos que incorporan esta compatibilidad son el Huawei Quantum Gateway y el VPN cuántico de Toshiba. Soportan inicio rápido de sesión, secreto perfecto hacia adelante y posibilidad de retroceder a TLS si la conexión cuántica falla.
QKD genera claves simétricas, alineándose con las tendencias actuales que priorizan el cifrado simétrico por su velocidad y resistencia frente a ataques cuánticos. Esto permite migraciones seguras sin pérdida de rendimiento.
Los algoritmos simétricos aprobados por NIST para su uso junto con QKD ofrecen máxima protección sin aumentar la carga de procesamiento. Algunos fabricantes también incorporan módulos de Criptografía Post-Cuántica (PQC) como puente durante la transición.
Este enfoque híbrido ofrece una solución flexible: mantener compatibilidad con sistemas actuales, pero con miras a una infraestructura totalmente resistente a lo cuántico.
Antes de implementar QKD, es esencial tener en cuenta aspectos técnicos y logísticos. La infraestructura de fibra óptica es un requisito básico, ya que los sistemas QKD dependen de canales de fibra dedicados para transmitir señales cuánticas.
También importa la latencia y la distancia. Las redes QKD actuales operan de forma eficaz hasta los 200 km sin repetidores. Aunque existen proyectos satelitales como el Micius en China, aún no son viables para pequeñas empresas en 2025.
El coste es otro punto clave: el hardware básico de QKD comienza alrededor de los €50,000 a €100,000, con costes anuales de mantenimiento de un 10–15%. Sin embargo, para sectores regulados, este gasto se considera estratégico y no excesivo.
Una instalación QKD básica incluye dos dispositivos principales: un emisor (Alice) y un receptor (Bob), conectados mediante canales cuántico y clásico. El primero transmite fotones polarizados; el segundo procesa la clave compartida.
También se requieren dispositivos como detectores de fotones individuales, moduladores de fase y sincronizadores de tiempo. Muchos sistemas se integran con servidores de gestión de claves o KMS.
La compatibilidad con protocolos de red como IPsec o TLS 1.3 es imprescindible. Antes de adoptar QKD, conviene auditar toda la red y cumplir con requisitos regulatorios específicos del sector.